Inside that space, Álvaro remained for a whole week. He and the gypsy woman devoured their bodies as if they were hungry animals. However, after that time, the gypsy woman left with the fair and Álvaro stayed, feeling that he was dead. His young body looked like that of an old man: without strength and sick. He neither ate nor slept, remembering those red lips that had shown him the sky. Try as they might, his friends could not get him out of that confinement. As the gypsy woman had prophesied: Álvaro seemed to be lifeless.

But one day, as if he had awakened from a long sleep, Álvaro came out of the room and out of the house. Although he had lost a lot of weight and was somewhat emaciated, his friends celebrated seeing him again. Just as the gypsy woman had predicted: Álvaro had died and had risen again.

And so it was that Álvaro returned to his usual routine, although sometimes, as if hearing his name, Álvaro would turn his gaze from one side to the other, feeling that the gypsy woman's brown eyes were looking at him from far away.

All images are free of charge and the text is my own, translated in Deepl

Thank you for reading and commenting. Until a future reading, friends

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Magia gitana
Solo porque Macedonio lo convenció, Álvaro fue a la feria. Álvaro no era de estar en sitios concurridos ni participar en eventos al aire libre, su espíritu era más de lugares exclusivos, íntimos, con pocas personas.
_Si tú no vas, yo no voy y te fastidiaré hasta el cansancio –prometió Macedonio y Álvaro, sabiendo lo recalcitrante que era su amigo, prefirió acompañarlo.
Como Álvaro lo había previsto, la feria estaba llena de gente. Entre comerciantes y asistentes, juegos mecánicos y grupos musicales creaban un ruido ensordecedor que hacía que la gente gritara para poder comunicarse:
_¡Esto es una locura! –gritó Álvaro y Macedonio, con una gran sonrisa, parecía un niño pequeño.
Al principio estuvieron juntos, pero en un descuido, Macedonio se perdió entre la gente y Álvaro quedó solo sin saber qué hacer. Orientado por la gente, dirigió sus pasos a uno de los estantes más concurridos. Allí había una gitana que leía las cartas y las manos. Era una chica joven, con cabello largo muy negro, vestimenta multicolor y joyería llamativa. Sin saber por qué, Álvaro fijó sus ojos en los labios de la chica: eran de un rojo intenso, que contrastaban con la palidez de su rostro.
La chica, como sintiendo la mirada, alzó la vista y posó sus ojos en Álvaro. Este quedó paralizado como una estatua de sal al escuchar a la chica que le hablaba por su nombre:
_¡Ven, Álvaro! Te estaba esperando. Dame tu mano –ordenó con voz ronca. Álvaro sintió que una energía más poderosa que él guiaba su cuerpo y sin saber por qué, extendió la mano derecha. La chica tomó suavemente la mano del hombre y cuando la vio, abrió los ojos y después en su rostro se marcó una sonrisa seductora:
_Efectivamente. El destino está escrito y es el momento que superes la prueba. Morirás y deberás resucitar, porque de lo contrario, morirás definitivamente.
Aquellas palabras hicieron que Álvaro tragara saliva y quitara su mano de la mano de la gitana. Luego se fue de aquel lugar, como si estuviera huyendo de algo:
_Deja que vea a Macedonio que le daré la pelea del siglo –prometió entre dientes mientras caminaba rápidamente.
Esa noche, Álvaro no pudo dormir, no solo por las palabras que la gitana le había dicho, sino también por aquellos labios carnosos. En sus sueños, aquellos piélagos de piel escarlata hacían una trampa donde Álvaro caía como si fuera un hueco profundo. Entonces su cuerpo se debatía entre líquidos, que íntimamente se convertían en un deseo enorme de ver nuevamente a aquella mujer que le había vaticinado la muerte.
Como embrujado, Álvaro volvió a la feria por la mañana y ya no había gente como la noche anterior. Los juegos detenidos y la cantidad de basura, creaban un ambiente distópico, como si fuera el final de una era. Álvaro no tuvo tiempo de preguntar ni buscar, porque de una de las caravanas salió la gitana. Lo miró fijamente: sus ojos eran marrones y grandes, con largas pestañas del color de las alas del cuervo.
_¡Te estaba esperando, Álvaro! Este es el momento en que tu vida y la mía se cruzan –expresó y extendió la mano. Nuevamente, como si fuera un muñeco, Álvaro tendió su mano de manera mecánica y se dejó llevar por la gitana que lo metió al tráiler.
Dentro de aquel espacio, Álvaro permaneció una semana completa. La gitana y él devoraron sus cuerpos como si fueran animales hambrientos. Sin embargo, pasado ese tiempo, la gitana se fue con la feria y Álvaro se quedó, sintiendo que estaba muerto. Su cuerpo joven, parecía el de un anciano: sin fuerzas y enfermo. No comía ni dormía, recordando aquellos labios rojos que le habían enseñado el cielo. Por más que lo intentaron, sus amigos no pudieron sacarlo de aquel encierro. Como lo había profetizado la gitana: Álvaro parecía estar sin vida.
Pero un día, como si hubiese despertado de un largo sueño, Álvaro salió de la habitación y de la casa. Aunque había perdido mucho peso y estaba algo demacrado, los amigos celebraban verlo de nuevo. Tal como lo había vaticinado la gitana: Álvaro había muerto y había resucitado.
Y así fue como Álvaro volvió a la rutina de siempre, aunque a veces, como si escuchara su nombre, Álvaro volteaba la mirada de un lado a otro sintiendo que aquellos ojos marrones de la gitana lo miraban desde lejos.