One day, Natacha woke up with a kind of fright in her chest. That strange feeling could be because the government had decided to expand and improve the whole area where one of the oldest schools in the city was located, where Natacha had studied by the way, and had hired the company Natacha managed to do that work:

─Maybe it's the scare because this job is a big responsibility in my career! -she thought uneasily.

With that thought in mind, Natacha drank her coffee, got ready and when she tried to start her car, it did not respond. She tried many times and nothing. As she had a mechanic friend, she called him and he told her he would be there in a few minutes, but hours went by and he never arrived. Finally, Natacha decided to call a cab to go to work.

When the cab arrived, she hurriedly got in and asked the driver to go as fast as he could because she was running late. The car sped off, tires squealing. At one of the corners, Natacha took out the mirror to touch up her make-up, but first she asked the driver to give her the time. The driver took his cell phone out of his pocket and said:

_It's 10:30 in the morning.

At that instant, when she heard the time, something in Natacha woke up and she remembered that youthful dream she had had years ago. In a thousandth of a second, Natacha saw her face in the mirror: she had short hair, with dark-rimmed glasses. She didn't have time to say anything, because at that instant she heard the screeching of tires on the asphalt, the scream of the driver, the shattering of glass: due to the speed, the car crashed into another car. Nathacha's body shot through the air and landed on the asphalt like a broken doll. Before closing her eyes completely, Natacha smiled and only said softly:

─Papa, you came to get me!

All images are from Pixabay (free) and the text is my own, translated with Deepl.

UNTIL A FUTURE STORY, FRIENDS

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El sueño de Natacha

Nunca antes, en sus 18 años de vida, Natacha había tenido un sueño tan vívido y extraño. Se despertó por la mañana y todavía algunos fragmentos del sueño flotaban en su mente. Como si fueran las piezas de un rompecabezas, algunas cosas o detalles del sueño no encajaban.

En el sueño, ella no se parecía a ella: era una mujer adulta, con el cabello corto y con lentes de monturas oscuras. Según iba para el trabajo, pero el camino era el que normalmente tomaba para ir al colegio. En un instante, miró el reloj y eran las 10:30 de la mañana por lo que decidió tomar un taxi que la llevara al trabajo. Detuvo el taxi y le preguntó al chófer por cuánto la llevaría. Cuando el chófer volteó el rostro, era su padre que había fallecido hacía mucho tiempo:

─¡Papá, pensé que habías muerto! -exclamó Natacha con sorpresa.

─No. Eso fue lo que te dijo tu madre, pero ahora quiero que estemos juntos y por eso he vuelto a buscarte.

En ese instante, Natacha se despertó sobresaltada y con ganas de saber el significado de aquel sueño.

─¿Será que realmente mi padre está vivo y mi madre me ha estado mintiendo todo este tiempo? –se preguntó a sí misma llena de dudas y sin saber qué hacer.

Ese día, cuando vio a su madre, le relató el sueño que había tenido. La madre la escuchó atenta y luego de oír todo, le aconsejó tranquilamente:

─¡Deberías jugarte el número 10 o el 30 en la lotería. Tal vez sea un sueño de la suerte!
─¡Mamá, no creo que sea eso! Creo que hay algo más profundo, un secreto, detrás de ese sueño. ¿Realmente mi papá murió? –preguntó de manera sospechosa Natacha, mirando de frente a su madre.
─¡Claro que está muerto! Por cierto, este mes cumpliría un año más de muerto. –la mujer se quedó pensando y luego dijo en forma definitiva, como si hubiese resuelto un acertijo- Allí está la razón: tu padre te ha aparecido en su sueño para que lo recuerdes. Tal vez no sería mala idea que fuéramos al cementerio y le lleváramos flores.

Natacha asintió y aunque no quedó convencida con aquella interpretación, acordó con su madre visitar al padre al camposanto.

Aquel sueño pasó y vinieron otros sueños, por lo que, como suele suceder, aquel antiguo sueño cayó en el olvido y más nunca Natacha volvió a recordarlo. También los años pasaron y Natacha se convirtió en toda una mujer profesional y madura. Había viajado por el mundo y era la directora de una empresa que se encargaba de hacer remodelaciones.

Cierto día, Natacha se despertó con una especie de susto en el pecho. Aquella sensación extraña podía deberse a que el gobierno había decido expandir y mejorar toda la zona en la que se encontraba una de las más antiguas escuelas de la ciudad, en la que por cierto Natacha había estudiado, y había contratado a la empresa que Natacha dirigía para que hiciera aquel trabajo:
─¡Tal vez sea el susto porque este trabajo es una gran responsabilidad en mi carrera! –pensó inquieta.

Con aquella idea, Natacha tomó su café, se arregló y al momento de encender su auto, este no respondió. Intentó muchas veces y nada. Como tenía un amigo mecánico, lo llamó y éste le dijo que estaría en pocos minutos, pero las horas pasaron y jamás llegó. Al final, Natacha decidió llamar un taxi para ir a su trabajo.
Cuando el taxi llegó, ella se montó apresuradamente y le pidió al taxista que fuera lo más rápido que pudiera porque llegaba tarde. El auto arrancó veloz rechinando los cauchos. En una de las esquinas, Natacha sacó el espejo para retocarse el maquillaje, pero antes le pidió al chofer que le diera la hora. El chofer sacó el celular del bolsillo y dijo:

_Son las 10:30 de la mañana.

En ese instante, al escuchar la hora, algo en Natacha despertó y recordó aquel sueño juvenil que había tenido años atrás. En una milésima de segundos, Natacha vio su rostro en el espejo: tenía el pelo corto, con lentes de monturas oscuras. No tuvo tiempo de decir nada, porque en ese instante escuchó el chirrido de los cauchos en el asfalto, el grito del chofer, los vidrios rotos: debido a la velocidad, el auto se estrelló contra otro auto. El cuerpo de Natacha salió disparado por el aire y cayó en el asfalto como una muñeca rota. Antes de cerrar los ojos completamente, Natacha sonrió y solo dijo bajito:

─¡Papá, viniste a buscarme!