Existe algo tan inevitable como la muerte: la vida.
— Charles Chaplin
E S P A Ñ O L
SEXTA PARTE
La Carnada
Cada día que pasa, es una decepción para Colmillo de Plata; pues su enemigo aún se encontraba libre y, lo peor, es que todavía no sabía su identidad. Hizo un repaso de los sospechosos y pensó en tener las cosas claras, pero había una pista importante que le faltaba.
Frente al edificio de la señora Thelma, había una cafetería agradable con ambientación relajante. Se sentaba frente a la ventana que daba al edificio mientras disfrutaba de un rol de canela acompañado de un espumoso y humeante mocaccino. Ha visto entrar y salir a la señora Thelma, al conserje y a distintas chicas en varias ocasiones, ya estaba aburrido de vislumbrar sus perfiles, sin embargo, algo captó su atención repentinamente.
Ella bajaba las escaleras del edificio despacio. Era una chica muy joven, Colmillo supuso que tendría entre 18 y 22 años. Su cabello era oscuro; estilo afro y su piel morena clara; poco más que la bebida que el detective siempre degustaba en la cafetería. Notó al instante sus ojos tristes e hinchados, como si hubiera pasado toda la noche llorando; una cualidad que el maquillaje difícilmente puede cubrir.
Su estatura era baja; quizás medía un poco más de metro y medio. Cargaba un libro en la mano y un bolso; lo que hizo suponer que era una estudiante de la Universidad de San Jaín. Vestía muy reservada, con unos colores descombinados. Agachaba la cabeza al caminar, sin estar pendiente de la gente a su paso. Portaba un rostro muy serio, como si algo le preocupara o se había peleado con alguien recientemente; quizás con un novio o con un miembro importante de su familia.
Colmillo no dejó de observarla hasta que su imagen se perdió doblando la calle. ¿Una visión? ¿Una epifanía tal vez? No, ella era tan real como esa taza de rico café que el detective sostenía. Una inquilina con un aura gris sobre su cabeza; Colmillo decidió observarla con más cuidado.
Al día siguiente, en la cafetería, Colmillo pidió el mismo café, pero acompañado de un desayuno estilo americano esta vez. Comía despacio, pues se acercaba el momento exacto en que la chica de su interés iba a salir del edificio. Fue la primera en abrir la puerta, Colmillo se preparó y la observó con detenimiento; analizándola.
Notó esta vez una opacidad distinguible en sus ojos, su aspecto estaba un poco más desaliñado y su rostro no tenía una expresión definible siquiera. Caminaba más rápido por la acera esta vez, dirigiéndose al mismo destino. Ella caminaba como escapando; como si… algo la persiguiera.
No hubo otro asesinato nuevo en San Jaín desde que Colmillo llegó. Las cosas parecían ir más tranquilas y los sospechosos se mantuvieron dentro de la ciudad, para el detective, eso significaba el inicio de un nuevo evento atroz.
Creo en las coincidencias fielmente; no me parece que sean simples situaciones similares. Una serpiente siempre buscará varias presas a la vez cuando se halle hambrienta. Ese apetito mortífero e insaciable volverá a clavar sus dientes sobre su próxima incauta; y creo, que sucederá muy pronto.
Los pensamientos de Colmillo revoloteaban sobre la ciudad y la cubrían como un velo penumbroso. Estaba cerca de lograr su objetivo, pero para conseguirlo, deberá tomar un riesgo que podría sentenciar la vida de alguien más.
Al día siguiente, esta vez, el perseverante detective no esperó en la cafetería, sino justo enfrente del edificio de la señora Thelma. Ya tenía su café matutino en la mano, y mientras daba un sorbo, escuchó como la puerta de la pensión se abría. Dio un vistazo de reojo y notó que era la misma chica. Esperó que caminara justo enfrente de ella para llamar su atención.
—Bastante bueno el día, ¿eh? —Vociferó el detective en alto tono de voz. La chica lo observó y arrugó el rostro.
—¿Disculpe? —Respondió.
—Mucho gusto, mi nombre es Colmillo de Plata, soy detective del Estado. Investigo el asesinato de las inquilinas de este edificio. ¿No te ha hablado la señora Thelma de mí? — La chica hizo un gesto de confusión.
—Perdón… yo…, no hablo mucho con la dueña del edificio. Me mudé hace una semana apenas—. Contestó con la voz un poco quebrada.
—Ah, entonces no debiste conocerlas.
—No, pero si estoy muy enterada del caso. Leo mucho las noticias —aseveró con gesto tranquilo—. ¿Va a interrogarme?
—Podría ser… —Replicó Colmillo con sarcasmo—, aunque no me has dicho tu nombre.
—Soy Ana Rivera, un placer detective Colmillo.
—Igualmente, muchacha—. El detective aprovechó para analizar a la chica más de cerca. Era introvertida, pero denotaba una opacada amabilidad cubierta por otra cualidad extraña. Observó con detenimiento sus ojos marrones; sus parpados parecían hinchados, como si no hubiese dormido bien. Su cabello estaba un poco más arreglado que el día anterior; al igual que el aspecto de la ropa que llevaba esa vez. Tenía una manera muy extraña de vestirse, pero eso fue muy irrelevante para él; lo que Colmillo, en realidad quería analizar, era la personalidad de la chica.
—Bueno, si no va a interrogarme, mejor me voy; tengo clase y no quiero llegar tarde. Adiós, detective, que tenga un buen día.
—Gracias, igualmente, Ana. Hasta luego—. La chica se marchó sin decir más.
Ese fue un gran inicio, parece una chica agradable, pero no dejo de pensar que corre un inminente peligro. En la naturaleza, el más débil es la presa más fácil para los depredadores; pues no tienen las capacidades necesarias para escapar. Aunque, en muchas ocasiones, las carnadas funcionan de manera efectiva.
CONTINUARÁ...
E N G L I S H
There is something as inevitable as death: life.
— Charles Chaplin
PART SIXTH
The Bait
Every day that passes is a disappointment for Silver Fang; his enemy is still at large and, worst of all, he still did not know his identity. He made a review of the suspects and thought he had things clear, but there was one important clue he was missing.
Across the street from Mrs. Thelma's building was a nice coffee shop with a relaxing atmosphere. He sat in front of the window overlooking the building while enjoying a cinnamon roll accompanied by a frothy, steaming mochaccino. He has seen Mrs. Thelma, the concierge and different girls come and go on several occasions, he was already bored of glimpsing at their profiles, however, something suddenly caught his attention.
She was coming down the stairs of the building slowly. She was a very young girl, Colmillo guessed she was between 18 and 22 years old. Her hair was dark; afro style and her skin light brown; little more so than the drink the detective always sampled in the cafeteria. He instantly noticed her sad, puffy eyes, as if she had spent the entire night crying; a quality that makeup can hardly cover.
Her stature was short; she was perhaps a little over five feet tall. She was carrying a book in her hand and a purse; leading one to assume she was a student at St. Jain's University. She was dressed very reserved, with some discombobulated colors. She kept her head down as she walked, not paying attention to the people in her path. She wore a very serious face as if something was bothering her or she had had a fight with someone recently; perhaps with a boyfriend or an important member of her family.
Fang didn't stop watching her until her image was lost around the bend in the street. A vision? An epiphany perhaps? No, she was as real as that cup of rich coffee the detective was holding. A tenant with a gray aura about her head; Fang decided to watch her more carefully.
The next day, at the coffee shop, Fang ordered the same coffee, but accompanied by an American-style breakfast this time. He ate slowly, as the exact moment was approaching when the girl of his interest was going to leave the building. She was the first to open the door, Colmillo prepared himself and watched her carefully; analyzing her.
He noticed this time a distinguishable dullness in her eyes, her appearance was a bit more disheveled and her face had no definable expression even. She was walking faster down the sidewalk this time, heading for the same destination. She was walking as if running away; as if... something was chasing her.
There hadn't been another new murder in San Jain since Fang arrived. Things seemed to go quieter and the suspects stayed within the city, for the detective, that meant the beginning of a new heinous event.
I believe in coincidences faithfully; it doesn't seem to me that they are simply similar situations. A snake will always look for several preys at the same time when it is hungry. That deadly and insatiable appetite will again sink its teeth into its next unwary prey; and I believe, it will happen very soon.
Fang's thoughts hovered over the city and shrouded it like a gloomy veil. He was close to achieving his goal, but to do so, he would have to take a risk that could sentence someone else's life.
The next day, this time, the persevering detective did not wait in the cafeteria, but right in front of Mrs. Thelma's building. He already had his morning coffee in his hand, and as he took a sip, he heard the door to the boarding house open. He took a sidelong glance and noticed it was the same girl. He waited for her to walk right in front of her to get her attention.
-Pretty good day, huh? -the detective shouted in a high-pitched voice. The girl looked at him and wrinkled her face.
-Excuse me? -She answered.
-How do you do, my name is Silver Fang, and I'm a detective for the State. I'm investigating the murder of the tenants of this building. Hasn't Mrs. Thelma told you about me? - The girl made a confused gesture.
-I'm sorry... I... I don't talk much to the owner of the building. I just moved in a week ago. She answered with a slightly broken voice.
-Ah, then you shouldn't have met them.
-No, but I am well aware of the case. I read the news a lot,- she asserted calmly. Are you going to interrogate me?
-It could be... -Colmillo replied sarcastically-, although you haven't told me your name.
-I'm Ana Rivera, a pleasure, Detective Colmillo.
-Likewise, girl. The detective took the opportunity to analyze the girl more closely. She was introverted, but she denoted an overshadowed kindness covered by another strange quality. He took a closer look at her brown eyes; her eyelids looked puffy as if she had not slept well. Her hair was a bit more groomed than the day before; as was the appearance of the clothes she was wearing at that time. She had a very strange way of dressing, but that was very irrelevant to him; what Fang wanted to analyze was the girl's personality.
-Well, if you're not going to interrogate me, I'd better go; I have class and I don't want to be late. Goodbye, detective, have a nice day.
-Thank you. Have a nice day to, Ana. See you later.- The girl left without saying more.
That was a great start, she seems like a nice girl, but I keep thinking that she is in imminent danger. In nature, the weakest is the easiest prey for predators; for they do not have the necessary abilities to escape. Although, on many occasions, bait works effectively.
TO BE CONTINUED...
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